Para Alfaro, el plagio contra el periodista Jaime Barrera no fue secuestro y se atiene a la definición jurídica, en donde se destaca que esto ocurre cuando los maleantes piden dinero o exigen algo a cambio. Triste papel perderse en el formalismo de las definiciones, cuando en Jalisco el miedo secuestra la verdad. A cambio de la vida del comunicador exigen el silencio, y es cuando los maleantes sacan a relucir su capacidad para obtener “raja política” de la impunidad. O… ¿cómo es?