Desde El Búnker
Alberto Osorio
Martes 18 de marzo de 2025.- No sólo jóvenes son levantados en la “leva” del narco en Jalisco para adiestrarlos de manera salvaje como nuevos sicarios o acabar con ellos, si acaso se niegan a cumplir órdenes; también hay amas de casa cuyo único delito es pasar por el lugar donde transitan los delincuentes.
Algunas de ellas son llevadas para servir o preparar comida en los campos de entrenamiento del narco o en los lugares de exterminio, denuncia a #CuartoGuerra.com Héctor Flores, uno de los coordinadores del colectivo Luz de Esperanza.
En Teuchitlán, el domingo por la mañana, el choque o el arrastre de los pies de cientos de personas que trazan con todo su dolor las principales calles de ese pueblo, se convierte en una fecha histórica que nadie olvidará en ese pueblo. Nunca antes como la mañana del 16 de marzo en Teuchitlán hubo ninguna protesta con tanta rabia y con tanta impotencia, en un asunto marcado por rezos y consignas que enmudecen a las autoridades.
Un día antes, en la jornada de la vigilia #LutoNacional contra la desaparición de personas de este fin de semana, llegó a Guadalajara una joven profesionista procedente de Reynosa, Tamaulipas, para buscar a su hermano, un ingeniero que fue desaparecido en 2011 y que pudiera haber estado en el rancho Izaguirre, en La Estanzuela.
La noche del sábado 15, la parte frontal de Palacio de Gobierno fue el lugar en donde familiares de los desaparecidos y cientos de personas encendieron veladoras y las pusieron a nivel de suelo, frente a la entrada principal de ese edificio.
También hicieron una especie de camino que conducía hacia el interior del inmueble con cientos de zapatos, camisetas, chamarras y otras pertenencias para exigirle al gobierno la aplicación de la justicia y el castigo a quien sea necesario por los más de 15 mil desaparecidos.
Fue quizá la manifestación más grande que congregó a miles de personas en la plaza de Armas y a las afueras de Palacio de Gobierno. Ellos y ellas fueron a protestar contra la desaparición de personas. Ahí estuvieron integrantes de colectivos de madres buscadoras, religiosas de diferentes órdenes, que dijeron a #CuartodeGuerra que su deseo era acompañar a los familiares ante el enorme dolor que enfrentan.
Entre la muchedumbre, cuando apenas caía la noche frente a la entrada principal de Palacio de Gobierno, llamaba la atención a algunos reporteros la mirada triste de un hombre que trabajó al frente del Servicio Médico Forense.
Ahí aparecía el maestro Luis Octavio Cotero Bernal, quien también vive el duelo de la desaparición de una de sus hijas desde 2017 y seguro conoció de los contubernios y las corruptelas entre funcionarios y delincuentes en Jalisco.
Las consignas que se lleva el aire quedan en el recuerdo de los gritos de desesperación: ¡Alfaro sí sabía! Y ¡Jalisco, narcoestado!.
Esos gritos contrastan con la campaña feroz respaldada con miles y miles de pesos que se pagan para convencer a los incautos del internet de que todo es culpa de Andrés Manuel López Obrador y el gobierno de la 4T, en un asunto donde el propio gobierno federal ha señalado, que era un rancho bajo el resguardo de la Fiscalía Estatal de Jalisco.