El asesinato de Ramón Grande, jefe de la policía de Teocaltiche demuestra que en ese lugar las instituciones locales o federales ya “tronaron”. Quien gobierna ahí es el crimen y a las personas de bien sólo les queda huir. El hampa instaló su propio sistema de videovigilancia, usó la infraestructura de la Policía para sus fines y desapreció a 8 uniformados. Queda claro que ni el gobernador emecista, Pablo Lemus ni la presidenta Sheinbaum, pueden reestablecer la paz.