Alberto Osorio M.
Lunes 01 de abril de 2024.- A un año del suicidio de Raúl Padilla López, se presentan diversas circunstancias: la UdeG está cerca de iniciar el proceso de cambio de rector y el gobernador Enrique Alfaro cambia de postura y rinde tributo a su más grande enemigo. Hoy ya casi nadie se pregunta sobre las acusaciones del mandatario hacia Raúl, y menos qué fue de su herencia.
Este 2 de abril se cumple el primer aniversario del suicidio del exrector de la UdeG y expresidente de la FIL Guadalajara, un personaje polémico, controvertido y clave para entender el desarrollo de la Red Universitaria de Jalisco y las transformaciones de esa casa de estudios en las últimas tres décadas de su historia en el lado positivo.
Hasta antes de su muerte pesaban fuerte acusaciones de corrupción en la gestión de las 14 empresas parauniversitarias que dirigía y controlaba a su antojo Padilla, según denunció en noviembre de 2022 el gobernador Enrique Alfaro Ramírez.
Entre esas firmas se encuentran la Editorial Universitaria, el Club Deportivo UdeG, la Feria Internacional del Libro (FIL), la Empresa Desarrolladora de Software y Negocios, la Operadora de Estacionamientos, el hotel Villa Montecarlo, la Empresa Servicios Universitarios, la Operadora Centro Cultural Universitario, el hotel Villa Primavera y Proulex o el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.
Algunos analistas aseguran que Padilla López, en sus 35 años de líder del Grupo UdeG, logró conformar un sistema que exigía a todos los rectores que le sucedieron un diezmo de 30% del total del presupuesto universitario, aunque a final de cuentas nadie logra testimoniar ese señalamiento.
Lo que sí es cierto es que Padilla se convirtió en la sombra de cada uno de los rectores que le sucedieron, como fue el caso de Víctor Manuel Gonzáles Romero, del hermano de Raúl, José Trinidad Padilla, o de su primo Tonatiuh Bravo Padilla.
Otro de los rectores de la era padillista fue Carlos Briseño Torres, quien se atrevió a desafiarlo y terminó suicidándose. Briseño trató de confrontar la intromisión de Raúl en la toma de decisiones y el manejo presupuestal y perdió.
Briseño inició el fin de su gestión cuando se atrevió a cuestionar el liderazgo de Padilla (2008), en el momento en que creyó tener de su lado importantes apoyos federales y locales para acorralar a Raúl Padilla y justo en la administración de Emilio González Márquez, quien en medio de sus borracheras en una ocasión terminó dentro de la casa de Raúl, sentado en sus piernas, pidiéndole que suspendiera una marcha de la UdeG en demanda de mayor presupuesto, según lo publicó Proceso Jalisco.
Finalmente, Carlos Briseño quedó sin apoyo en la UdeG y por encima del pleito con Raúl, el Consejo General Universitario, el máximo órgano de gobierno udegeísta, decidió destituirlo el 29 de agosto de 2008. Un año después, en noviembre de 2009, Briseño Torres se suicida en su domicilio particular, en el exclusivo fraccionamiento de Valle Real, luego de fracasar en el intento de ser restituido en el cargo.
Briseño fue sustituido por Marco Cortés Guardado en medio de una sucesión turbulenta y que dejó inconforme a más de alguno de los integrantes del famoso “sanedrín” de la UdeG.
Al concluir la administración de Marco Cortés llegó a la rectoría el exdirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) y excandidato del PRI a la alcaldía de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí, quien recibe la encomienda de Raúl Padilla López de cristalizar el cambio generacional.
Pleito perdido
Han transcurrido doce meses desde el día en que Padilla optó por quitarse la vida. Hasta ahora, el tema de las acusaciones del gobernador y las denuncias de corrupción en la universidad han quedado en el más absoluto olvido, e incluso Alfaro cambia de actitud y termina por reconocer en Padilla a un gran líder.
El rectorado de Ricardo Villanueva seguramente será recordado como una especie de candado de seguridad o válvula de impunidad para reducir la presión y controlar los daños en caso de que se inicien investigaciones sobre el lado oscuro del padillato.
Esto quedó patente el jueves 14 de marzo, cuando, en unas pocas líneas, Alfaro puso fin a la narrativa de corrupción universitaria que tanto había denunciado. Hoy, sus palabras serán recordadas como las de un enemigo de Padilla que perdió y que, en calidad de gobernador, nunca pudo o quiso enfrentarse a un hombre que le hacía sombra y que en la práctica fue una especie de vicegobernador, cuyos logros se imponían al mandatario en turno, sin importar si era del PRI o del PAN.
Pasaron diez meses después del suicidio para que el gobernador Enrique Alfaro admitiera que el liderazgo de Raúl estuvo a punto de socavar su carrera: “Durante distintos momentos de mi carrera política sostuve esta idea y lo hice de frente. No fue fácil hacerlo y hubo episodios en los que mi convicción estuvo a punto de costarme mi futuro. Tenía frente a mí a un personaje de una enorme capacidad política, una inteligencia aguda y una determinación a prueba de todo. Raúl Padilla fue, sin duda, uno de los políticos más completos que ha tenido Jalisco y que hayamos sido adversarios no me impide reconocerlo”, fueron las palabras expresadas por el mandatario el 14 de marzo de 2024.
Pero Alfaro fue más allá en sus elogios hacia Padilla: “Entiendo el papel tan relevante que desempeñó en la construcción de un nuevo modelo universitario, que hoy es la base de la universidad que necesitamos para el futuro. Pero teníamos profundas diferencias sobre el papel que la universidad debería desempeñar en la arena política”. Estas palabras fueron pronunciadas durante el anuncio oficial de la asignación de un presupuesto constitucional a favor de la Universidad de Guadalajara.
Vale la pena recordar la entrevista concedida a Proceso en 2019, cuando Alfaro se jactaba de no haber concedido espacios en su administración al “mandamás” de la casa de estudios (Raúl Padilla), y advertía en enero de ese año: “La Universidad de Guadalajara debe ser ejemplo de transparencia y rendición de cuentas”.
Hoy la situación es clara: Raúl se fue sin rendir cuentas y el gobernador ya ha olvidado sus propias palabras, cuando llamaba a Padilla “pillo” o “cacique”. Esos epítetos ya son cosa del pasado.
Hoy la UdeG parece que tiene la oportunidad de entrar a una nueva fase en su desarrollo institucional. Nunca como ahora se verá que la Red Universitaria de Jalisco es el principal sustento de los logros promovidos por Raúl Padilla. Nunca como ahora los grupos internos tienen la necesidad de actuar en forma inteligente y aprovechar la otra herencia que dejó Raúl a los udegeísta. Muchos tendrán que dar un paso atrás y cerrar filas en torno a Villanueva o, de lo contrario, serán obligados atreverse a desatar una nueva guerra interna.
Preguntas al aire
Hoy buscan enterrar y dejar atrás las acusaciones contra el expresidente de la FIL. En la élite universitaria ya nadie recuerda eso, y parece que todos coinciden en que es hora de dejar un ramo de flores en el recuerdo de Padilla, a pesar de las interrogantes y cuestionamientos de Alfaro, que aún están en el aire.
¿Dónde quedó la fortuna de Padilla? ¿Cuál fue el monto de la riqueza acumulada por Raúl al momento de su muerte a lo largo de las más de tres décadas en que estuvo al frente de la universidad? ¿Quién será el heredero o la heredera del padillato en la próxima administración? ¿Cómo se llevará a cabo la próxima sucesión en la rectoría? (la primera sin Raúl, por cierto).
¿Cuándo se abrirá la casa de estudios a un sistema de gobierno que deje atrás el autoritarismo y se convierta en un esquema plural e incluyente, moderno y democrático, capaz de velar por los intereses de los profesores de asignatura? ¿Está realmente la UdeG preparada para llevar a cabo un cambio generacional junto con Ricardo Villanueva? ¿Los antiguos líderes se impondrán para protegerse y evitar posibles investigaciones en su contra? ¿Con la muerte de Raúl Padilla, se ha acabado la corrupción en la UdeG? ¿La UdeG se prepara para promover a la Rectoría a la primera mujer en ese cargo?
¿Cuántos de los miembros del llamado “sanedrín”, ahora ricos gracias a sus manejos en la universidad, temen que pueda existir una carpeta de investigación penal en su contra? ¿Cuántos, sin lugar a dudas, serían buenos candidatos para ingresar a Puente Grande?
Todas estas y otras interrogantes son clave para entender por qué el actual rector, Ricardo Villanueva Lomelí, optará por permanecer hasta el final de su mandato para garantizar un proceso sin sobresaltos en la institución.